
Los delfines son una de las especies marinas más conocidas en todo el mundo por sus características únicas sobre su aspecto y conducta. Sobre esta última, se sabe que los delfines son animales amistosos y muy juguetones, razones por las cuales es posible encontrar muchos museos acuáticos con esta especie siendo una de las principales atracciones.
¿Los delfines son tan simpáticos como dicen?
Al respecto, es un hecho que los delfines destacan una actitud muy amable, logrando establecer lazos verdaderamente amorosos con otras especies como lo es en el caso de los humanos. Aunado a esto, su destacada facultad de la inteligencia les permite resaltar mucho más, convirtiéndose en una especie verdaderamente interesante.
Rasgos poco mencionados
Ante todo esto, no deja de ser cierto que los delfines poseen otras características conductuales que pueden hacer que se les considere una especie malvada. No obstante, se trata de comportamientos pertenecientes a sus mecanismos naturales, por tanto, no se trata de un rasgo de maldad implícito en su psicología.
Entendiendo lo anterior, vale la pena tener en cuenta que no es posible afirmar que los delfines son malvados.
Es preciso entender que los animales son de conductas naturales, por lo tanto se adaptan, responden y se desarrollan desde las condiciones que su respectivo ambiente les impone como parte de su ecosistema.
El caso de los delfines ha implicado una serie de conductas que no suelen ser muy mencionadas, y que, desde la opinión popular, lo convierten en un animal malvado. Parte de las conductas que el delfín presenta en su hábitat natural se describen de la siguiente manera.
Son depredadores
Su aspecto no debe ser razón para expectativas únicamente positivas sobre su comportamiento. Y es que si bien no son la especie de mayor tamaño de todo el océano, tienen algo de tamaño en comparación con otras especies.
Por esto se les ha visto cazando especies más pequeñas, aprovechando además el filo de sus dientes para ello.
En la mayoría de los casos, se trata de una respuesta su necesidad de alimentarse, por lo que recurren a cazar a especies más pequeñas. Esta es una conducta común en diferentes especies marinas.
Una especie de territorio
Se sabe además que los delfines son especies territoriales, por lo que es posible afirmar que pueden mostrar conductas agresivas ante la invasión de su territorio. Esto, inclusive para los de su misma especie, demostrando comportamientos letales con el fin de defender lo que consideran es su territorio.
Como una de sus actitudes más arraigadas, los delfines pueden llegar a matar por mantener su territorio en posesión, por lo que se sabe, son muy celosos con su hábitat.
Rencorosos por recuerdos
La memoria es una de las facultades más destacadas en los delfines, por lo que pueden llegar a recordar a una especie o persona que les haya hecho daño, y así atacar cuando lo consideren oportuno. Este ha sido uno de los puntos clave para explicar su capacidad para responder ante situaciones tan complejas.
Igualmente, esta posibilidad de memoria ha permitido explicar cómo pueden reconocer un espejo y de esa misma manera, divertirse frente a uno de estos. Todo indica que esta especie no es necesariamente una de las más malvadas, pero sí una de las más astutas y celosas de lo suyo.
Una razón justificada
Parte de los comportamientos agresivos de los delfines con personas son explicados por la alta tasa de cacería que muchos países, en su mayoría asiáticos, promueven de esta especie al año.
De hecho, se sabe que la cifra supera los 15.000 delfines cazados al año, hecho que ha desarrollado cierta aversión hacia las personas.
Es de esta manera que los delfines pueden llegar a incidir de manera agresiva en ciertos espacios, sin embargo, no es posible asegurar que son especies de mentes malvadas.
Su conducta ha sido preparada para responder de manera exitosa ante el ambiente, teniendo que pelear por su vida si es necesario.
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